ET ARCADIA REGO: 05 mayo 2005

DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE

El edificio Bexley era magnífico; Cualquiera que recorriera todo el campus universitario tenía una parada obligada en él. Ocupaba toda una manzana y elevándose cinco pisos por encima del suelo, destacaba sobre todos los demás. Y si exteriormente impresionaba, el interior no se quedaba a la zaga. El amplio hall de entrada rezumaba un intenso aroma a saber añejo, como si el edificio se impregnase con cada palabra, investigación o descubrimiento se lograra. No sin cierto reparo, caminé hacia un pequeño puesto de recepción; lo hacía entre inmensas columnas, que colocadas en fila, parecían indicar el camino que uno debía seguir. Intentaba no parecer desorientado, pero era imposible no parecer un provinciano perdido en una gran ciudad.
Conforme fui acercándome a la recepción, observé que no había nadie en ella. Pasados unos minutos, una mujer que hasta ese momento se afanaba en abrillantar el suelo, se acercó hasta donde estaba.
- Disculpe, ¿ Podría decirme como llegar al Subsótano 1?- Dije llamando su atención.
- Sólo tiene que tomar la escalera izquierda y bajar un piso. Allí se encontrará con una puerta blanca. Si la traspasa se encontrará dos pasillos, usted tiene que tomar el que se abre a la derecha, bajar otras escaleras, y ya habrá llegado.

Bajé por las escaleras hasta encontrar la puerta que me habían indicado. Abrí la puerta y tal y como me había dicho la mujer, tenía dos pasillos que tomar. Siguiendo sus instrucciones, tomé el de la derecha y bajé la escalera, hasta dar con el subsótano 1. Era curioso como cambiaba la zona interior del edificio, en comparación con el exterior; Si éste era todo suntuosidad y grandilocuencia, el interior era mas aséptico, de color blanco, exceptuando unas líneas de colores, semejantes a las que hay en los hospitales para guiar a los visitantes. En el techo, además del sistema de incendios, llamaba la atención la cantidad de cámaras de seguridad existentes. Todo era poco para proteger al mas de los prestigiosos centros de investigación mundiales.
Casi sin querer, me topé con el Dpto. de Historia; la puerta estaba cerrada, así que no tuve mas remedio que golpear dos o tres veces, esperando que alguien estuviera dentro esperándome. Por un momento pensé que, podía ser víctima de una broma pesada, y que nadie estuviera esperándome, pero las dudas se disiparon una vez la puerta se abrió. Al otro lado de la puerta, un hombre de mediana edad, se presentó efusivamente;
- ¿ Bruce Nowland?- mi nombre es Raymond De Piers- Le estaba esperando impacientemente.

Mas o menos de mi altura, aquel hombre no parecía el típico ratón de laboratorio que había esperado encontrar. Vestía impecablemente; mocasines de Gucci, traje de Armani... Estaba mas cerca de un ejecutivo que de un investigador.
- Supongo que fue usted quien me mandó el mail, ¿ No es así?- pregunté dubitativo.
- Así es; Acompáñeme, si es tan amable.

El interior del laboratorio era propio de una película de ciencia-ficción; Estana dividido en habitáculos transparentes, con lo que se podía ver el contenido de cada uno de ellos. Me llamaba la atención la cantidad de maquinaria de alta tecnología; Quien quiera que llevara el laboratorio tenía importantes contactos, y mejores inversores. En uno de los habitáculos de mayor superficie, se veía, a simple vista, tres filas de 4 ordenadores, un superordenador (los conocía desde mi paso por IBM) y numerosas pilas de libros y documentos. También me pareció ver una cámara de seguridad. De Piers se percató de mi curiosidad.

CAPITULO 2.

1 DE FEBRERO DE 1997. EN ALGÚN LUGAR DE LA REGIÓN DEL CHALCO, MÉXICO.

Después de dos años de infructuosas excavaciones y búsquedas, al fin el proyecto empezaba a dar sus frutos. Andrew Mainport recordaba como la casualidad les había llevado hasta allí; Hacia el 1995, un niño se perdió en la selva; Tres días de búsqueda desesperada, por parte de decenas de personas, consiguieron encontrarle. Pero hubo algo más; debido a la época de lluvias, extraordinariamente abundante ese año, un pequeño montículo de arena quedó destruido, dejando al descubierto la cúspide de una pirámide. Afortunadamente, el descubrimiento no salió a la luz, gracias a la intervención del gobierno mexicano. A cambio, Mainport les prometió el desbloqueo en las exportaciones de maíz y trigo a Estados Unidos. La voz del capataz resonaba en la selva; hablaba con un inglés con acento mexicano.
- Señor, venga deprisa; el equipo ha descubierto algo.

A Mainport le repugnaba el contacto con lo que consideraba seres inferiores. Aquel aroma que exudaba el capataz, mezcla de colonia barata y sudor, le exasperaba lo suficiente para evitar hablar con él. Caminaron por el barrizal, hasta llegar a un claro, donde algunos hombres realizaban diversas tareas. En un hueco, cerca de lo que catalogaron como un templo, encontraron un pequeño sepulcro; Al abrirlo, algunos hombres se santiguaron.
- Estupendo Miguel – que así se llamaba el capataz – Ahora, vendrán unos hombres y retiraremos todo esto.
- Pero...
- Es mejor así. Doble la paga a los trabajadores. Aquí ha terminado su trabajo.

Pasó una hora hasta que dos Land-Rover llegaron hasta la excavación. De él, se bajó lo que parecía un equipo de arqueólogos, que se pusieron manos a la obra nada mas bajar. Vaciaron el sepulcro, del que sacaron un pequeño cofre que entregaron a Mainport. Una mezcla de nervios y excitación inundaron a Mainport cuando se dispuso a abrir el cofre. Al abrirlo, sus ojos no daban crédito a lo que veían.
- Así que todo lo que se dice es verdad... – murmuró en voz baja.