ET ARCADIA REGO: LUNES 21 DE NOVIEMBRE (2ª PARTE)

Entré en el despacho y me dejé caer en la silla. De repente, no me parecía buena idea haber mandado el CD por correo.. El Sr. Mainport me dijo que lo guardara hasta hoy.
¿Quién mas estará al tanto de su existencia?. Necesitaba que me diera el aire, pero no podía salir todavía. Intenté hablar con Gem, pero no me respondía como siempre que estaba en la biblioteca.
Dejé pasar el tiempo hasta que el reloj marcó las doce de la mañanaa. Pensé que era un buen momento para salir a tomar el aire. Tomé el ascensor, y justo antes de que se cerraran las puertas entró Franck.
- ¿ Qué tal?- dijo intentando comenzar una conversación.
- Bien, algo cansado- Dije mientras intentaba parecer ocupado mirando algo en el móvil.
- He hablado con Raymond. Acaba de recibir el paquete que le has mandado. Dice que tienes vía libre. No sé a que se refiere me ha dicho que te lo diga tal cual, que tú lo entenderías.
- Supongo que será que me puedo olvidar de todo esto.

En cuanto se abrieron las puertas salí disparado hacia la salida. Llevaba encima un millón de dólares, pero, por primera vez en la vida, no tenía ninguna seguridad. Notaba que algo se me escapaba. Un millón de dólares no lo daban así como así. Lo que tuviera el CD era lo suficientemente delicado para que lo intentaran conseguir a cualquier precio. Yo, había sido una afortunada casualidad para ellos. Un simple empleado de TriSoft que tenía en su poder algo que ni siquiera quería. El dinero haría que entregara la información que tuviera y olvidara el asunto. ¿ Quién no hubiera hecho lo mismo?. Coger el dinero y entregarlo era la manera más fácil de que quien estuviera detrás de todo eso se olvidara de mí.

Me dirigí a la primera oficina del Boston Bank que vi. Me acerqué a ventanilla;
- Srta., quisiera hacer un ingreso en mi cuenta.
- De acuerdo. ¿ Efectivo o cheque?- Contestó mientras verificaba mi identidad
- Cheque- dije al entregárselo- Y si es posible haga una transferencia de cien mil dólares a esta cuenta-Le entregué la numeración de la cuenta de mis padres.
- Disculpe, Sr. Nowland, pero cuando los cheques superan los cincuenta mil dólares tenemos que verificar sus datos y mandar la información al Banco Federal.

No estaba preparado para aquella respuesta; Creía, ingenuamente, que sólo se trataba de ingresarlo sin más. La mujer, al percatarse de mi reacción, me indió que existía otra posibilidad.
- Acompáñeme y veremos si el director puede atender su caso – dijo mientras abandonaba su puesto.

La acompañé hasta la puerta del despacho. Entró y a los pocos minutos me invitó a entrar. Me hizo un gesto y le entregué el cheque, que lo entregó a su vez al director. Éste, asintió con la cabeza y se dirigió a mí:
- Sr. Nowland- dijo mientras una amplia sonrisa se dibujaba en su cara- Tengo la solución para que cobre este cheque sin problemas. Mi nombre es Edward Pierce. Siéntese.

Estuvimos hablando una hora. Me dijo, que, aquellas cantidades, era mejor no ingresarlas en EEUU. Lo mejor era crear una cuenta secreta a mi nombre en un paraíso fiscal. El dinero se mandaba a esa cuenta, de manera que no habría constancia por parte del banco Federal de ese dinero. Por su parte el banco retiraba de aquella cuenta unos cuarenta mil dólares que los colocarían en una serie de fondos a mi nombre. De esa manera todos ganábamos. Y si alguna vez necesitaba disponer de mas dinero, sólo necesitaba acercarme al país donde estuviera abierta la cuenta.
- Le parece bien Sr. Nowland ¿no es así?- dijo mientras imprimía una serie de impresos.
- No tendré ningún problema, con el fisco, ¿verdad?- Dije mientras pensaba en que país abriría la cuenta.
- Ninguno. Si le parece podemos decidir el país- dijo enseñándome un folio con los nombres de paraísos fiscales. ¿ Qué le parece Gibraltar? Es una colonia británica situada al sur de España. Se dice que hay mas sociedades que habitantes.
- Ahí estará bien.

Firmé lo que me parecieron decenas de impresos. Poderes para el banco, apertura de cuenta, de una sociedad mercantil de la que era único socio... El director me dio un portafolio donde llevaba la documentación que me identificaba como titular de la sociedad y de la cuenta. Quedamos que en dos o tres días, estaría todo dispuesto y podría hacer uso del dinero.
- Dejaremos en su cuenta unos cinco mil dólares, además de los beneficios que vayan produciendo los distintos fondos.
- ¡Espléndido!. Esperaré a su llamada.
- Hasta el viernes, entonces.

Terminadas las gestiones en el banco, tomé un taxi y me fui directo a la biblioteca, necesitaba ver a Gem. La llamé mientras estaba de camino, era la una de la tarde y estaría a punto de salir.
- ¿Gem?- pregunté aún a sabiendas de que seria ella- ¿ Has salido ya?
- Estoy poniéndome el abrigo. ¿ Dónde estás?.
- Voy para la biblioteca. Estoy en cinco minutos.