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3.5.05
DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE 2004
El ruido del teléfono hizo que me despertara sobresaltado; No paraba de sonar y era exasperante, sobre todo cuando uno no tenía ganas de levantarse. Medio dormido todavía, contesté al teléfono: Era Gem. - ¿ No habías dicho que ibas a venir a mi casa?- Dijo Gem con voz irritada. - Si, ¿qué hora es?- Dije intentando despejar mi mente y olvidar el sueño. - ¡ La una de la tarde!- Dijo gritando. - Todavía tengo tiempo, me doy una ducha y salgo para allá. - Da igual, Bruce, llegarías tarde. No te preocupes, en cuanto llegue a Boston me paso por tu casa. Y colgó el teléfono.
Una vez mas, la había fastidiado. Cierto es que, desde que nos conocíamos supe que era la persona con la que quería compartir mi vida, pero llevaba tanto tiempo viviendo sólo que me costaba dar el paso de vivir con ella. Además cuando hablábamos de ese tema, no nos poníamos de acuerdo en donde ir a vivir. Ella decía que su apartamento era ideal: No pagaríamos alquiler y además estaba en una zona bien comunicada y rodeada de zonas verdes. Yo siempre me negaba; el apartamento sería muy pequeño para los dos, y además pasaría a depender de un apartamento de sus padres y siempre había defendido mi independencia y los padres, aunque no quieran, terminan por entrometerse en la vida de los hijos.
No tenía nada que hacer y para pasar el tiempo, me conecté a Internet; Llevaban días sin comprobar mi cuenta de correo y no quería que se me llenara de mails de publicidad. Pinché en la bandeja de entrada y me aparecían ¡ 32 mensajes sin leer!. Casi todos, como había imaginado, eran de publicidad, excepto dos, uno del banco indicándome que mi cuenta bancaria estaba en números rojos y uno de un amigo que se preguntaba como me iba.. Al rato de estar navegando, el ordenador me avisó que tenía un mensaje nuevo. Aunque imaginaba que sería de publicidad, miré en la bandeja de entrada para comprobar quien lo había mandado. La dirección de correo, mit@harvard.com, me desconcertó; no conocía a nadie del MIT y nunca me habían mandado nada. Pinché en él; no contenía ningún texto, pero llevaba un fichero adjunto; lo pinché y se abrió una carta:
Estimado señor:
Hemos recibido su currículo y estamos interesados en mantener una entrevista con usted hoy mismo. La dirección a la que se tiene que presentar, la puede ver mas abajo, en este mismo texto.
INSTITUTO TECNOLÓGICO DE MASSACHUSETTS (MIT). DEPARTAMENTO DE HISTORIA. SUBSÓTANO 1 BEXLEY HALL CAMBRIDGE, BOSTON. AVDA. MASSACHUSSETS, 46-52
¡El MIT!. Para todos aquellos científicos que querían entrar a formar parte de la élite mundial de la investigación, era el destino perfecto. Allí ninguna teoría o proyecto se desechaba por raro o imposible que pareciera. Muchos hubieran dado cualquier cosa para poder tener una entrevista con ellos. Lo que le resultaba raro es él por qué se habían fijado en él ahora. Normalmente buscaban estudiantes de último año o recién licenciados, eligiendo a los que mejor expediente tenían o los que tenían un potencial a desarrollar. Y, aunque, me había licenciado brillantemente en Harvard, que al igual que el MIT pertenecía a la ciudad de Boston, no había pensado nunca en la posibilidad de llegar a trabajar allí.
Era extrañio que me citaran un domingo, pero si hablábamos del MIT, estaba claro que no seguían un ritmo normal de trabajo. Intentado estar lo más presentable posible, me puse uno de los pocos trajes que todavía estaba limpio. Dejé un mensaje a Gem en el buzón de voz. No contestaba; posiblemente estaría enfadada. Me guardé las llaves del coche y salí de casa. Al ser domingo, suponía que el tráfico sería escaso, lo que comprobé cuando tardé poco más de diez minutos en llegar al puente Longfellow.
Cruzando el puente, se encontraba el Campus de la famosa y prestigiosa Universidad de Harvard. El campus era una ciudad en miniatura, con todos los servicios e incluso alguno mas que algunas ciudades de pequeño tamaño. En una de las bifurcaciones, un letrero me indicaba que el Edificio Bexley estaba tres manzanas mas abajo. En el camino, solo vi a dos o tres jardineros, afanados en cuidar las numerosas zonas verdes existentes.
Unos quinientos metros mas tarde, me encontré con el edificio. Avancé unos metros mas hasta encontrar un parking cercano. Aparqué en una plaza que especificaba “visitas” y caminé hasta la entrada del edificio.
