ET ARCADIA REGO: 27 abril 2005

SÁBADO, 19 DE NOVIEMBRE

Era sábado y eso significaba no estar sujeto a ningún horario ni despertador. No tenía que estar a ninguna hora a la oficina, así que pensé en ir a casa, darme una buena ducha y cambiarme de ropa. Antes de salir intenté despedirme de Gem, pero estaba dormida plácidamente, por lo que no me atreví a despertarla. Le dejé una nota en la mesilla pidiéndole mil perdones y diciéndole lo mucho que la quería. “Compraré unas flores camino de la oficina y se las mandaré a casa de sus padres” pensé al cerrar la puerta; aquello siempre surtía efecto.

Llegué a casa cuando estaba comenzando a salir el sol. Aunque seguía nublado, no llovía aunque el frío era un poco más intenso. Miré el buzón y solo había facturas y propaganda, de esa que te informa de lo afortunado que eres y que te ha tocado un coche, un TV... pero, y siempre había un pero, tenías que llamar a un número de pago. “Cuantos incautos habrán picado”. Una vez en casa, fui directo a la cocina. Desayuné un café cargado con una tostada. Con una ducha rápida terminé de despejarme. Al ser sábado pensé que iría mas comodo con una zapatillas de deportes y unos vaqueros. Al fin y al cabo seguramente estaría solo y era mucho más cómodo que ir con el traje y zapatos.
Cogí las llaves del coche y bajé al parking. Al ser sábado esperaba que el tráfico fuera casi inexistente y tardaría mucho menos que en autobús.

Llegué relativamente pronto, hacia las ocho y media de la mañana. Tal y como me habían indicado sólo estaríamos un guarda y yo. El guarda se acercó a mí nada más verme salir del ascensor; Necesita mi nombre e identificación. Le enseñé la tarjeta de identificación y una vez comprobó que aparecía en una lista, hizo un gesto como permitiéndome dirigirme al ala izquierda donde estaba mi oficina.
Pasé la tarjeta en el control y la puerta se abrió sin ningún problema. La sala estaba desierta, sólo se escuchaba el ruido de los ordenadores trabajando. Di una vuelta por toda la sala, curioseando un poco. Me acerqué a uno de los ordenadores y observé en el monitor que estaban procesando algún tipo de información totalmente ininteligible.

Entré en mi despacho y me dispuse a entrar en materia. Al cabo de 2 horas, tenía decenas de anotaciones hechas, pero no adelantaba prácticamente nada. El anterior analista no había puesto mucho empeño en testear la versión beta del programa, así que además de los numerosos fallos de seguridad, estaba el hecho de que se colgaba con lo que trabajar se hacía prácticamente imposible.. Me sorprendía que, estando tan cerca la fecha de finalización todavía no fuera nada fiable. Estaba enfrascado en el trabajo, cuando escuché como se abría la puerta de la sala. Me asomé para ver quien había entrado. Vi a un hombre de unos setenta años. Bien vestido, desprendía ese halo de empresario poderoso del Este de USA, aunque los años le daban un aspecto mas simpático; Se le notaba con el estilo de las clases altas de Boston. El hombre se sorprendió al verme, y se acercó a saludarme.
- Buenas días, ¿Sr.. ?- El hombre alargaba su mano con ánimo de estrechar la mía.
- Nowland, Bruce Nowland- Dije estrechando su mano.
- Soy Andrew Mainport- dijo como si debiera reconocer ese nombre- Soy el presidente de la compañía.
- Encantado de conocerle, señor-Dije sorprendido
- Y bien Sr. Nowland, ¿ qué es lo que le hace estar un sábado por la mañana en la oficina?. Normalmente y a diferencia de otras empresas, el fin de semana es para olvidar el trabajo.
- Soy el nuevo analista del proyecto de voz; empecé a trabajar ayer- Dije intentando de dar una explicación lógica- El proyecto debe estar acabado dentro de 6 meses y hay mucho que hacer.
- Me gusta la gente que no espera cruzado de brazos a que se acaben los plazos y espera a que los superiores busquen una solución. Siga así y llegará lejos con nosotros.

Dicho esto se despidió de mí y entro en un despacho de la izquierda de la sala. Volví a mi despacho y llamé a Gem desde mi móvil, pero no respondía la llamada, así que le dejé un mensaje en el buzón de voz, esperando que lo escuchara.

Seguí trabajando durante una hora mas o menos, buscando la manera de ordenar todo el trabajo que quedaría por hacer. Entonces, escuché como llamaban a mi puerta y entraba el Sr. Mainport. Su cara estaba pálida, y respiraba con dificultad. Se sentó en una de las sillas que había y comenzó a hablar.
- Sr. Nowland- Dijo apesadumbrado- Llevo mas de 40 años en el mundo de los negocios y a mis setenta y nueve años, he visto como se puede subir a lo mas alto y caer al abismo mas profundo en el tiempo que dura un chasquido de los dedos. Fundé mi primera empresa hará unos 35 años, a sabiendas que el futuro estaba en las nuevas tecnologías. Nadie hubiera apostado un centavo por aquellas absurdas ideas, y mire ahora a su alrededor; todo funciona a través de chips, ordenadores... Echando la vista atrás, creo que he tenido una vida muy interesante y apasionante. Solo me arrepiento de no haber visto algunas verdades a tiempo, pero todos nos equivocamos. No le estaré aburriendo, ¿verdad? Cuando se llega a mi edad, hablar es uno de los pocos placeres a los que uno puede acceder.
- No se preocupe Sr... - Mi voz intentaba ser comprensiva, pero realmenteme aburría aquella conversación. Ahora si que me arrepentía de esta allí.
- Llámeme Andrew, Bruce. ¿ Cuantos años tiene, Bruce?
- Treinta y dos, Sr. Mainport- tenía la sensación de tener una conversación de aquellas en las que uno reflexionaba de su vida.
- ¡ Toda la vida por delante!- Dijo haciendo una exclamación al cielo.

Comenzó a hablar de cómo había cambiado la vida en los últimos tiempos, de cómo se busca el llegar a lo más alto sin pensar en nadie mas ni del precio que tengas que pagar. Me preguntó acerca de mi vida, y le respondí con generalidades pero sin entrar en detalle. Definitivamente no tenía mas remedio que escucharle, pero eso no significaba que yo le diera conversación. Después de un rato, parecía cansado de hablar.
- Bien pues antes de que se pregunte por qué le cuento esto, debe saber que cuando uno juega con fuego, tarde o temprano termina por quemarse, ¿no cree?
- Sr. Mainport- dije intentándolo quitarme de encima, “supongo que aún siendo rico se siente solo” pensé. Si no ¿ Qué demonios hacía un sábado en aquella oficina?- Creo que le vendría bien un café. Si quiere puedo acercarme a alguna cafetería y traer uno para usted.
- No se preocupe, por mi Bruce. Parece usted un buen hombre y necesitaría que me hiciera un favor... Necesito que me guarde una información, en concreto un CD, hasta el lunes o el martes. Cuando todo se haya solucionado veremos si puedo ponerle al frente de algún nuevo proyecto. Tengo la sensación de que se puede confiar en usted. Y nunca me equivoco en quien confiar. Guarde el CD como si fuera si posesión mas preciada. Y ahora si quiere baje a tomar un café y si puede me trae uno solo. Por cierto, si tiene alguna cita para esta tarde, cancélela. Vendrá conmigo, al club de campo a comer.

Si quiero... Sabía que siendo el presidente no me podía negar, y menos cuando acababa de entrar. De todas formas aquello no me podía hacer daño y hasta me podría beneficiar.