ET ARCADIA REGO: 26 abril 2005

El cielo tenía un color gris plomizo; la lluvia no había parado de caer en toda la mañana, y ello ocasionaba el típico atasco en las calles y un incesante ir y venir de personas con paraguas buscando llegar a su destino lo más rápido que posible. Al estar lloviendo era difícil encontrar algún puesto ambulante, y no tuve más remedio que entrar en uno de esos Burguer de comida barata y casi siempre de mala calidad. El restaurante estaba atestado y no quedaba ninguna mesa libre, así que me tocaba comer en mi despacho. Metí la comida en una bolsa, rezando para que aguantara la lluvia, y volví a mirar al cielo buscando un atisbo de sol. “Nada, parece que el invierno ha llegado” pensé mientras de una gran zancada cruzaba un gigantesco charco que se había formado en la acera. Lo mas deprisa que pude, volví a la oficina, y entré en mi despacho, comprobando previamente que mi tarjeta funcionaba perfectamente. Me llamó la atención que en la tarjeta apareciera mi foto cuando yo no había dado ninguna. “ Supongo que la habrán sacado de mi currículo”.

Una vez terminé de comer, encendí el ordenador para familiarizarme con el programa. Era un programa básico de reconocimiento de voz, pero con la salvedad de que permitía al usuario ver la información requerida en cualquier terminal del mundo, siempre y cuando el ordenador estuviera conectado a la intranet de la empresa. Así cualquier directivo podría viajar sin tener que esperar a recibir la información: Sales de una sede, y mientras viajas no tienes que llevar tu propio ordenador o que en la otra sede te asigne un ordenador en concreto. Bastaba acercar un micrófono a tu boca e identificarte; se acabaron las contraseñas; el patrón de voz era lo suficientemente seguro y fiable para no preocuparse de que alguien entrara en tu ordenador para robar la información.
Comprobé el sistema dos o tres veces, creando usuarios e intentando encontrar fisuras en el programa. Hice petición de información dos o tres veces que Roger me trajo bastante rápido. A las ocho recordé que Gem salía pero no iba a poder ir a recoger. La llamé al teléfono y quedamos que, sobre las diez y media pasaría por su apartamento y saldríamos a tomar algo.

Debra, antes de marcharse, me indicó que la hora de salida eran las ocho de la tarde, pero que ocasionalmente ese horario fluctuaba según las necesidades de la empresa.
- De todas formas, me quedaré un poco mas para ponerme al día- Indiqué a Debra.
- Como quieras, pero es conveniente que sepas que a partir de las nueve, hay un sistema de seguridad que se activa automáticamente. Como tú estas dentro habrá problema, pero para poder salir necesitarás utilizar la tarjeta en el terminal que hay a la salida. No te preocupes no pasará nada.

Se despidió de mí y acompañada de Franck, abandonó el edificio. “ Me quedaba solo en aquella ala del edificio” no me gustaba mucho la idea, pero un viernes por la tarde estaba prohibido quedarse a trabajar, era una ley no escrita que cumplíamos a rajatabla.

Tomé algunas notas del programa y de los avances en seguridad tomados por el anterior analista, del que no sabía el nombre ni aparecía en ningún sitio, e hice unas comprobaciones de rutina.

Trabajé hasta las diez. Estaba realmente cansado, pero tenía que pasar por casa de Gem. Me arrepentía de no haber llevado el coche. Ahora me tocaba ir en autobús o taxi. La casa de Gem estaba lo suficientemente lejos para desistir en la idea de ir andando.
Tomé un taxi que me dejo en la puerta de su edificio. Gem vivía en uno de los apartamentos que pertenecía a sus padres. Aunque pequeño, resultaba suficiente para una persona. Al estar pegado a la “Northeastern University” sus vecinos solían ser estudiantes que alquilaban los apartamentos durante los meses de curso y así no estar sometido a las estrictas normas de las residencias de alumnos.
Mientras me acercaba al portal, me vino a la cabeza la visita a sus padres el fin de semana. “ Espero que no suene a excusa el que tenga que quedarme a trabajar, comprenderá que tengo que ponerme al día”, pensé mientras llamaba al timbre.
- ¿ Quién es?- Preguntó Gem con voz cansada.
- Abre, soy Bruce.

Esperé a que llegara el ascensor. De él salieron tres jóvenes con ganas de pasarlo bien. Iban cantando y me invitaron a cantar con ellos. Montando en el ascensor, educadamente rechacé su invitación.

Llamé al timbre de la puerta y Gem me recibió con un beso. Parecía cansada y no tenía muchas ganas de hablar;.
- Has tardado mucho en llegar- Me reprochó Gem- A estas horas sabes que ya estoy medio dormida.
- Lo siento, pero tengo mucho trabajo que hacer, y lo peor, poco tiempo. Le repliqué yo a modo de disculpa.

Mientras cenábamos le expliqué por encima en qué iba a consistir mi trabajo y las condiciones. Le sorprendió mucho que no hubiera continuado alguien que ya estuviera en el proyecto.
- Puede ser que quisieran aire fresco y con nuevas ideas- Dije, buscando una posible teoría.
- Ya, pero siempre será mejor que continúe el trabajo una persona que conozca el proyecto desde el principio.
- Si puede ser, pero de esa forma no tendría trabajo. Por cierto, ¿ podemos retrasar la visita a tus padres para otro fin de semana?- Mi voz buscaba premeditadamente perdón.
- ¡Lo sabía!. Al final, ¿qué excusa tienes para no poder venir esta vez conmigo?
- Trabajo, pero esta vez no es excusa, de verdad-Dije tratando de acercarme a ella, sin mucho éxito- Me tengo que poner al día y voy a tener que trabajar duro.
- En fin, me voy a la cama. Yo mañana tengo que madrugar y hacer un viaje... ¡Sola!. Buenas noches.

Me quedé un rato mas viendo la TV, y me quedé dormido. A eso de las 6 de la mañana me despertó el bullicio de la escalera. “Acaban de volver los vecinos de fiesta” pensé maldiciéndoles.