ET ARCADIA REGO
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23.5.05

LUNES 21 DE NOVIEMBRE (4ª PARTE)

La zona donde tenía la mansión era una zona residencial, con mansiones victorianas; casi todas tenían amplios jardines y estaban valladas, protegiéndolas de curiosos y a cualquiera con idea de entrar a robar. Se veía automóviles de seguridad privada, patrullando por la zona, que disuadían a cualquier ladrón.
Robert no habló en todo el viaje, se limitaba a escuchar música y a jugar con el móvil. Casi hubiera ido mejor solo; dos o tres veces, intenté entablar conversación, pero Robert estaba tan sumido en su música, que no me escuchaba, y si lo hacía, no tenía ningún interés en contestarme.
La dirección que me habían indicado en “Queensberry, 7” así que en cuanto vi el letrero que me indicaba que girara a la izquierda para tomar la calle, busqué un sitio para dejar el coche.

Llegamos a la mansión a las cinco menos cuarto. Prácticamente estaba todo el mundo en un salón donde se encontraba el ataúd. Al fondo del salón en unas sillas, estaban los que supuse eran los hijos y mujer del Sr. Mainport; iban de negro y lloraban abrazados desconsoladamente. En la puerta, estaba situado un pequeño catering, que repartía canapés y refrescos entre los asistentes.
Me acerqué a dar el pésame a la mujer que parecía su esposa. Me hizo un gesto con la cabeza dándome las gracias.

Un hombre, que supuse amigo o familiar, se dispuso a decir unas palabras, comentando como había conocido al Sr. Mainport y los logros de éste en la vida. Por supuesto obvió el asunto del suicidio. Una vez terminó de hablar, se hicieron grupos que hablaban de los temas más diversos. Pregunté a uno de los mayordomos que había por allí donde quedaba el baño. Me indicaron que al final del pasillo de la entrada, a la izquierda.
El interior de la mansión destilaba un aire rancio, antiguo. Numerosas obras de arte llenaban el pasillo. Casi todas eran del renacimiento, y posiblemente alguna fuera original. Me llamó la atención un retrato. Se trataba de Andrew Mainport, con una pequeña placa al lado en el que ponía “Andrew William III Mainport”.

De repente una idea se me vino a la cabeza: el papel que se había colado entre los míos, aparecía aw@. Hasta ahora no se me había ocurrido, pero ahora lo veía claro; el anciano dejó apuntada una dirección de correo electrónico. De alguna manera quería que alguien pudiera entrar en su correo.
Me despedí de Debra y los demás. Necesitaba llegar a casa y comprobar que estaba en lo cierto.
Era mucha casualidad, que coincidieran las iniciales de su nombre con lo que me aparecía en el papel. Y la clave para entrar era el número. Por un lado la prudencia me alertaba de que, posiblemente, mi vida se podía complicar, pero la curiosidad me alentaba a entrar en ese correo. Ahora sólo me hacía falta saber a que servidor de correo estaba asociado. Eso no era difícil, solo tenía que probar con distintas extensiones: hotmail, yahoo...
Un escalofrío recorría mi cuerpo. ¿A quién no le gustaría alguna vez jugar a detective?.

De camino a casa, recibí una llamada al móvil. Era la policía.
- Sr. Nowland- dijo la voz al otro lado del teléfono.
- Si, soy yo. ¿Con quien hablo?.
- Le llamo del Departamento de Homicidios. Soy Paul Walsh. Hablamos el domingo, ¿recuerda?
- Si, me dejo una tarjeta por si recordaba algo-Dije mientras pensaba en el CD y el millón de dólares- Empezaba a ponerme nervioso.
- Exacto. No obstante, necesitamos que pase por la comisaría lo antes posible. Hemos recogido en una cámara de seguridad de un banco próximo cuatro hombres que pueden ser los mismos que vió usted. No se les ve salir del edificio de TriSoft, pero la cercanía y la dirección por la que caminan coincide.
- De acuerdo, llegaré en 20 minutos.

Tardé en llegar mas tiempo del que pensaba. El tráfico estaba aquella tarde imposible.
Empecé a darme cuenta que, posiblemente, la policía podría empezar a vigilar mis movimientos: era la última persona que vio al Sr. Mainport con vida y ellos nunca desechaban una teoría. Decidí que lo mejor era identificar a las personas del video y no comentar nada más.

Dejé el coche en el parking habilitado para la policía. La entrada era un ir y venir de policías y personas. A un lado, estaban colocadas unas sillas, en la que se sentaban algunos sospechosos, vigilados atentamente por un par de policías sentados a su lado. Al fondo, se veía una puerta que separaba las dependencias y departamentos policiales. Pregunté en un mostrador a modo de recepción y me hicieron esperar a que saliera el detective Paul Walsh.
- Encantado de volver a verle, Sr. Nowland- dijo dándome a entender que era un trámite- Espero que no le suponga ninguna molestia.
- No se preocupe, no es ninguna molestia.
- Por favor, acompáñeme.

Pasamos a una sala especialmente preparada para visionar pruebas. Había una amplia cristalera para identificación de sospechosos. Aunque estaba acostumbrado a verlo en películas, el estar allí me creaba inseguridad, aunque sería imposible, daba la sensación de que te podían observar desde el otro lado. El detective hizo un gesto llamando la atención.
- El video es en blanco y negro, pero la imagen es bastante nítida- dijo mientras encendía el TV- Si quiere podemos parar la imagen cuando usted lo diga.
- De acuerdo-Dije intentando dar al asunto la mayor seriedad posible por mi parte.

El video era de una calidad pésima. Prácticamente no podía identificar a ninguno de los cuatros hombres.
- No le podría decir, con total seguridad, si son esos cuatro hombres- dije dubitativo- Aunque a uno de ellos, el primero de la derecha del grupo, le reconozco por la vestimenta. Creo que es el mismo sacerdote o por lo menos el que iba con el hábito.
- ¿Y podría ser este mismo?-Dijo mientras me enseñaba una foto.
- Si, estoy seguro de que es él- Dije mientras notaba como algunas gotas de sudor caían por mi frente.
- Bien, eso mismo nos parecía a nosotros cuando vimos el video.
- ¿ Y como han conseguido identificarlo tan pronto?.
- No se lo va a creer... Es el obispo de la Archidiócesis de Boston. Hablaremos con el obispo para que nos aclare algunas cosas. Muchas gracias Sr. Nowland.
- ¿Necesitan algo mas?
- Por ahora no, de todas formas si le volviéramos a necesitar, le llamaríamos. ¿ Podrá encontrar la salida, verdad?- dijo a modo de despedida.
- Si, creo que sí.

Salí de la comisaría preguntándome que demonios hacía el obispo en el edificio. Intentaba recordar el panel informativo por si hubiera relación de alguna empresa con la Iglesia, pero no lo recordaba del todo bien. “Mañana reviso el panel y veo si hay alguna relación”, pensé mientras arrancaba el coche. Como esperaba a Gem a las nueve, fui al supermercado a comprar algo de cena y alquilé una película de DVD. Necesitaba un poco de evasión.

Gem llegó un poco antes a casa. Como no contestaba, utilizó la llave para entrar. Yo estaba en la ducha y no escuchaba la puerta. Tomamos algo y cenamos unos sandwiches. Le comenté la conversación con la policía, pero no le dije nada sobre las iniciales. Seguro que me hubiera dicho que no buscara mas y que lo dejara, y la verdad es que hubiera tenido razón, pero sentía una gran curiosidad. Después de cenar, nos recostamos en el sillón para ver la película.
- Bruce- me dijo preocupada- ¿No tienes un poco de miedo?
- ¿ Por qué debería tenerlo?- dije intentando tranquilizarla.
- No sé... el dinero, un muerto, la policía que investiga-¿ Y si vigilan tu cuenta bancaria?; en cuanto vieran que te ingresan cuarenta o cincuenta mil dólares, supongo que sospecharán.
- Si, puede ser, pero no veo por qué me deberían vigilar- dije a sabiendas que era lo mismo que pensaba- Además las cuentas bancarias son totalmente confidenciales.
- Espero que sea así- dijo mientras se tumbaba a mi lado abrazándome.

Se quedó dormida al poco tiempo. Yo, había pensado levantarme e ir al ordenador y comprobar la dirección. El sueño me hizo desistir de la idea, pensé que la podía comprobar por la mañana.
Por otro lado, pensaba que no podía dejar el trabajo sin más. Era el único testigo de las últimas horas de Mainport, y aunque parecía que la policía no sospechaba de mí, cualquier movimiento extraño los pondría en mi pista. De ahí a que descubrieran que de repente era millonario, era un camino muy corto. Llevé a Gem a la cama y me dormí al instante.

1 Comments:

claro que puedes escribirme, no hay problema

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